Hoy celebramos el Día del Refugiado, uno de los mayores focos de interés de Fundación Elche Acoge. Esta convocatoria no es más que una llamada a la solidaridad, a la comprensión y a la empatía. Un intento de ponernos en la piel de las personas que huyen de sus países por diversas causas: porque sufren dictaduras, a veces incruentas, consentidas en no pocas ocasiones por los países ricos. Dictaduras que combinan la falta de libertad con la corrupción de las elites y una redistribución injusta de los recursos. Un cóctel explosivo en el que las potencias mundiales miran para otro lado. Dictaduras que también se ceban con las minorías culturales y con todo tipo de disidencias en general.
Estamos aquí por tanto para ponernos en la piel de las mujeres que sufren violencia machista en su más extenso repertorio: desde niñas sometidas a matrimonios forzosos hasta la mutilación genital pasando por la violencia en general que padecen las mujeres en el mundo, en una estructura que a veces parece inmutable como es el hetero-patriarcado. También para ponernos en la piel de aquellas personas que buscan refugio por su orientación sexual, justo en unos tiempos de intolerancia donde todavía existen castigos muy severos para los grupos LGTBQ, incluso con la pena de muerte para algunos casos como se acaba de aprobar en Uganda hace escasos días.
También para ponernos en la piel de los que huyen de guerras en las que la llamada comunidad internacional responde con el silencio. Es lo que está pasando en Etiopía, Sudán, Siria, Yemen….conflictos de los que se habla muy poco. También hay refugiados de los que apenas se habla como los palestinos: diseminados en países árabes, como Líbano, donde son ciudadanos de segunda categoría o ni siquiera tienen categoría de ciudadanos. Cuatro millones de desplazados palestinos lo que supone un 78 por cien del total de su población. Y los que permanecen en los territorios ocupados sufren a diario un régimen de apartheid insufrible. Palestinos, los parias de la tierra. O los saharauis en los campamentos de Tinduf, en Argelia….O personas que huyen de situaciones de violencia estructural, situaciones ya endémicas que afectan a países del Caribe y de Centro-América.
Tenemos que ponernos en la piel en las personas que se montan en un cayuco, jugándose la vida, en busca de una segunda oportunidad, huyendo de la miseria. No podemos nuca olvidar las miles y miles de personas que pierden su vida en la ruta del Estrecho, en la ruta de Libia hacia el sur de Italia, o en los viajes de sirios, también afganos, hacia Grecia. No podemos ser cómplices ante estas vergüenzas donde las personas son tratadas como mera mercancía por los traficantes en lo que claramente es la nueva esclavitud del siglo XXI. Casi 90 millones de personas en el mundo se han visto obligadas a huir de sus hogares en busca de una segunda oportunidad. La indiferencia puede hacernos cómplices
Fundación Elche Acoge, y otras entidades del tercer sector, ponemos nuestro granito de arena. Pero sabemos que nunca es suficiente. Solo nos cabe reafirmar algunas convicciones:
–Nadie elige el lugar en el que nace, ni el color de su piel. Son meras circunstancias. En este sentido, el mundo debiera ser de todos. Estamos bajo el mismo sol. Miramos las mismas estrellas. Tenemos sueños e ilusiones parecidos.
–En una sociedad abierta tenemos que caber todos con respeto y diálogo entre los distintos grupos sociales y culturales. Una sociedad intercultural, sin castas ni privilegios.
–Hay que seguir denunciando las autocracias y dictaduras sostenidas por los países ricos y sus intereses económicos y comerciales, haciendo hincapié en la explotación de los recursos naturales de los países pobres.
POR TODO ELLO, Y POR MUCHO MÁS, HAY QUE SEGUIR PROCLAMANDO
¡¡SOMOS REFUGIO¡¡¡¡