Con motivo del Día Internacional del Migrante, reafirmamos nuestro compromiso con el reconocimiento y posicionamiento de las personas migrantes como actores esenciales para el desarrollo de las sociedades
En este sentido, nos sumamos al llamado de las Naciones Unidas a “Aprovechar el potencial de la movilidad humana” en un momento en el que nos enfrentamos a una realidad muy cambiante, muy exigente y con conflictos activos cada vez más numerosos. Por eso, es urgente que los países definan estrategias para abordar los desafíos de una creciente movilidad global y aprovechar el enorme potencial de la migración.
Todo ello, en consonancia con el Pacto Mundial para la Migración donde se exige que las migraciones se den de forma segura, ordenada y regular, fortaleciendo las redes de solidaridad, cooperación y acción conjunta entre las regiones de acogida y los países de origen de los principales flujos migratorios.
Es importante, en ese sentido, que las políticas que se planteen desde los gobiernos estén centradas en las personas, que sean eje central y el motor de estas líneas de actuación sea mejorar su calidad.
El deseo de tener una vida mejor, de tener una #vida digna, mueve a miles de personas al año a salir de sus países. La movilidad humana sea voluntaria o obligatoria es un derecho, y como sociedad, debemos comprometernos a respetarlo y defenderlo.
La actual legislación condiciona el pleno ejercicio de la ciudadanía al cumplimiento de unos criterios que no responden a la realidad social y económica que tenemos, dejando en situación de exclusión a un alto porcentaje de la población migrante. Miles de personas de personas no pueden ejercer su derecho a la vivienda, al trabajo, a la salud o a la libre circulación por el simple hecho de no cumplir con un requisito administrativo, como tener más de tres años de residencia en el país o no contar con un contrato de trabajo de más de un año de duración.
Es igualmente importante evitar y rechazar cualquier uso de las personas migrantes como “armas arrojadizas” en las crisis internacionales, en las relaciones bilaterales entre los países y en el escenario político interno. A la vez, hacemos énfasis en la promoción de un cambio cultural y normativo que favorezca la eliminación de los discursos de odio y estigmatizantes de la población migrante, y de las prácticas discriminatorias, racistas y xenófobas.
Ninguna sociedad puede desarrollar su verdadero potencial cuando hay obstáculos jurídicos, sociales o políticos que impiden a sectores enteros de la población contribuir a dicha sociedad. Las personas migrantes tiene derecho a justicia, sanidad, protección, educación y a la no estigmatización.
Finalmente nos reafirmamos con nuestro compromiso para la promoción de una migración segura, ordenada y regular, así como de una integración social de las personas migrantes en condiciones dignas e igualitarias.
Porque los Derechos Humanos son universales.